“Esto es un poco de lo que yo hago”, exclama con orgullo y firmeza Marisol Aponte (42), que sostiene con ambas manos un tipoy pintado con diseño chiquitano. Sobre la mesa están en exhibición centros de mesas (de diferentes tamaños), individuales, camisas chiquitanas, estuches y un mantel para mesa grande, todo elaborado con sus habilidosas manos.
Ella es una de las 30 mujeres artesanas de Concepción que participarán este fin de semana en el Festival de la Orquídea, una fiesta que año a año congrega a centenares de visitantes, donde no solo se aprecian los productos artesanales sino también una gran variedad de esta emblemática flor, que son cuidadas en viveros y también se encuentran en su hábitat natural en la comunidad El Carmen.
Marisol tomó un curso de corte y confección y también de pintura. Gracias a ello se animó a poner su propio emprendimiento, que lleva su nombre. Los vestidos, blusas, faldas y tipoy, todos hechos en lienzo (yute), tienen un proceso de elaboración previo. Y es que para evitar que la tela se encoja, se debe remojar dos días en agua y ya en el tercer día recién se enjuaga con jabón neutro y se pone a secar. Este proceso lo aprendió sobre la marcha, ya que no sabía que la tela encogía en la primera lavada.
Como la mayoría de sus prendas llevan diseño, sea floral o chiquitano, se toma entre uno o dos días para hacerlo. En cuanto a las camisas chiquitanas, que llevan apliques bordados (los que son hechos a mano), es un trabajo que toma su tiempo. Las ofrece en diferentes colores y tallas.
Esta temporada tiene mucha demanda por los festivales, como el de la Orquídea y el Día de la Tradición (12 de noviembre). A ello se suma el trabajo a lo largo del año, ya que también confecciona trajes para los estudiantes de las unidades educativas, que por instructiva de sus direcciones, deben ir un día con vestimenta tradicional.
Marisol tiene 7 hijos, el mayor de 25 años y el menor de 3. Su esposo, Gabino Moreno, carpintero, ha sido quien la ha apoyado para que ella pueda hacer lo más le gusta: costurar y pintar.
Fuente: El Deber