Cada año, desde hace nueve, la población chiquitana reúne a aficionados nacionales y extranjeros durante tres días. La flor es el centro, pero también hay música, juegos, concursos y paseos por estas tierras cruceñas.
Para algunos, cultivar la orquídea es un negocio; para otros, un vicio. De ambos se encuentra cada año en el municipio de Concepción que organiza el festival dedicado a esta flor. La novena versión, celebrada del 9 al 11 de octubre, reunió a esa colectividad que es capaz de cruzar mares y trepar cerros con tal de encontrar la especie que le falta.
Pedro Boggiatto, un ciudadano que arribó a la zona de Chiquitos, Santa Cruz, desde Tucumán (Argentina), se dedica hace 20 años a cultivar y comercializar las plantas. Su afición por la aristocrática flor fue casual, revela, pues las mujeres de su familia elaboraban bouquet y tocados de novia para obtener el sustento y lo hacían recurriendo a las orquídeas.
La ex esposa de Pedro tenía la misma actividad y él la colaboraba. En un principio, compraban las orquídeas, pero después él empezó a cultivarlas, a sumar ejemplares y un día se dio cuenta de que podía venderlas. Pronto le invitaron a dar una charla y luego talleres sobre el cuidado y cultivo de las flores. Más gente se le unió y así surgió el Club de Cultivadores de Orquídeas.
Boggiatto tiene alrededor de 1.500 plantas de orquídeas, unos 1.000 híbridos y unas 500 especies. Cada orquídea, en su vivero, tiene un precio promedio de $us 30.
El tucumano se encontró en Concepción con otro apasionado: el cruceño Óscar Moreno, que de niño atestiguó la pasión de su hermano Luis René Moreno, y se contagió. Hace 50 años que esta familia cultiva la planta.
Óscar vive en el campo, en el norte de Santa Cruz, en su propiedad La Jupia (cuatro kilómetros antes de Montero). Allí tiene un vivero y un jardín botánico privado de unas 12 hectáreas. El terreno en su conjunto tiene 172 hectáreas, de las cuales 30 son bosques conservados y hay orquídeas y animales nativos.
Los hermanos, que hace 50 años uno y 30 el otro son orquideólogos u orquideofilios, han descubierto especies que llevan los nombres de René y Óscar.
Pedro describe a la orquídea como una flor aristocrática y enigmática que seduce para siempre. “Es un vicio benéfico que crea adicción”, advierte.
Para ejemplo está el hermano Wang, quien importa orquídeas y las produce en Santa Cruz. O el concepcioneño Osvaldo Parada, principal impulsor del Festival de la orquídea, que posee unas 480 variedades y unas 10.000 plantas en un vivero donde sólo él y su ayudante pueden ingresar.
Parada cultiva desde hace unos 12 años y dice haber invertido más de 80.000 dólares.
Desprotegida
Legislación • En Bolivia no existe una legislación para la venta y exportación de orquídeas. El comercio mundial, que en la mayoría de los países tiene un marco legal, mueve más de $us 100 millones.
Proyecto • El director de Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible, Rubens Barbery, entidad que organiza el festival en Concepción, informa que se está trabajando en normas para impulsar no sólo el comercio, sino el inventario de las plantas en el país.
Cepad, turismo y desarrollo
El Festival de la Orquídea es un evento de carácter turístico que integra la figura de la orquídea, como símbolo del municipio de Concepción, con actividades orientadas a la preservación del medio ambiente, a la conservación de la cultura originaria y a la promoción del patrimonio cultural tangible e intangible.
El festival cuenta con actividades específicas para aficionados al cultivo y al estudio de las orquídeas así como actividades culturales, medioambientales y concursos en torno a la flor.
Este año asistieron unos 40 expositores locales y nacionales (La Paz, Tarija y Cochabamba), además de extranjeros.
Se presentaron plantas traídas de Brasil, que fueron expuestas por César Wensel y Edson Borras. El cruceño Oswaldo Parada expuso orquídeas nativas y el vivero Scarlet, variedad de híbridas producidas en laboratorio. Y José Luis Panozo expuso plantas producidas en laboratorio.
El alcalde de Concepción, Widen Barbery, ponderó como exitosa esta nueva experiencia.
La música, el otro patrimonio
La música es parte de las manifestaciones culturales de Concepción. Niños y niñas del lugar forman el Ensamble Barroco Martin Schmidt, que ofreció un concierto con explicaciones intercaladas sobre la historia del barroco en las misiones.
Hubo, además, misa con el Coro Misional del lugar, música y danzas típicas en el atrio de la iglesia y la presentación del grupo vocal Contrapunto y de Animal de Ciudad, ambos de Santa Cruz de la Sierra.
Música y danza recibieron, como cada año, a los visitantes de Limoncito, una comunidad chiquitana próxima a Concepción. Un grupo de niños y otro de ancianos invitaron a participar a la gente al son de la tamborita.
Algo parecido sucede en El Encanto, lugar situado a 45 km de Concepción y que es llamado el santuario de las orquídeas. Hasta allí se llega a pie, por un sendero ecológico: el que logra trepar el cerro Bamba es recibido con comidas típicas y más música.
La predación es un riesgo para la planta
El interés de la gente por las orquídeas mueve a los nativos y a otras personas a lucrar con las plantas que crecen en un hábitat natural. Esto pone en serio riesgo a las especies. “La depredación ha motivado a que se haga este festival, pero también a la construcción de un vivero a fin de capacitar a la gente sobre el manejo sostenible sea en viveros o casas, sea en el bosque”, explicó el director del Cepad, Rubens Barbery.
En ese sentido, El Encanto, lugar donde se encuentran orquídeas silvestres, ha sido declarado área protegida, el santuario de la orquídea. A partir de este título se trabaja en una serie de actividades para que la gente adquiera conciencia y no compre plantas que se ofrecen en las calles.
Un problema que se suma al mencionado es que, en los meses pasados, hubo un incendio en la zona y se quemaron muchas de las plantas que crecen en el bosque chiquitano.
Fuente: La Razón